domingo, 28 de mayo de 2017

Magia contra un dique

Creo que ayer fue una de las tardes más duras que he vivido en MeV.

Entro en ese hospital como si entrara a un templo. Con recogimiento, respeto y mucha admiración.
Recogimiento porque sé que cualquier gesto, cualquier palabra puede estallar.
Respeto por esas niñas que están viviendo una pesadilla de la que son incapaces de despertar porque quieren vivir en ella. Esa es su enfermedad.

Admiración total y absoluta por esos padres que se desprenden de ellas para salvarlas. Y por ese personal que con firmeza y mucho cariño no las dejan salirse del único camino de vuelta a casa, muy lejos de ella.

Ayer la sala fue una sala dura. Ocupada por 9 niñas de entre 11 y 16 años serias, tensas, inaccesibles, tristes.

Todos los días vivimos momentos de magia en los hospitales con MeV. Ayer fueron dobles porque entre canción y canción de Amaya y de Gerardo, Eugenio nos envolvió en magia real. Todavía no hemos sabido salir de ella.
Amaya con su alegría desbordante intentaba, sin ella saberlo, romper ese dique que los recibió. Férreo. "Indesbordable".
Gerardo, guitarra en ristre, la acompañaba en su querer seguir al corazón que es lo que parece raro en este mundo en el que vivimos, pero que, según ella, es la única forma de ser feliz.

Eugenio se dio cuenta rápido de que tenía enfrente un público difícil. Y tuvo que pasar a trucos de más calado. Todos estamos todavía pensando cómo hizo eso de hacer aparecer dentro de una naranja la carta que poco antes había troceado una niña. Cómo hizo desaparecer 11 fragmentos de la carta que tenía la niña entre sus dedos y cómo la carta apareció dentro la naranja que tuve el honor de partir y comprobar que le faltaba el fragmento 12 que él se había guardado anteriormente.
Ese cría y yo, seguimos todo el concierto mirándonos como si fuéramos cómplices de un imposible.

Fue un concierto lleno de magia y muy duro. Porque la magia de conejitos de gomaespuma reproduciéndose de manera incomprensible en el puño de una de las niñas fuertemente cerrado no logró sacarla del desasosiego que le hacía mover su pierna constantemente. Ni consiguió sacarle una mirada de admiración o de alegría.

No hubo risas, ni intervenciones. Una cría que entró llorando salió más tranquila o eso parecía. Su pecho que subía y bajaba en un compás desacompasado, decía otra cosa. 

Esa sala es un auténtico sinsentido y salir de allí intentando llevar magia, música y alegría sabiendo en la sima en la que se encuentran, duele. Sobre todo cuando la magia no traspasa sus corazones ni las hace sentir que lo imposible es posible y que solo hay que creer en ello.

Nos queda la duda de si esa magia sí sembró en todas ellas la misma curiosidad y deseo de entrar en otros mundos y salir de esa espesura en la que están, como estamos seguras que arraigó en  una de ellas que con mucho interés le preguntó a Eugenio la clave de sus trucos. 

La vida ofrece pocos trucos. Hay que inventárselos con frecuencia para escapar de las trampas que te sorprenden en el camino. 
Estas chicas están en medio de una de trampa monumental que , como el mago, nos hemos sacado de la manga en esta sociedad enferma. 
El truco está en saberlo. Quizá sea el único posible para salir de ella.




1 comentario:

  1. Si, toda la razón Esther, a veces la dureza de la vida empieza por estas sin razones incomprensibles de la mente. Al menos, el concierto sacó de su cabeza, por un tiempo, del encierro cotidiano.

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