viernes, 20 de mayo de 2016

La voz de dios

El anfiteatro rebosa. Como en ningún otro concierto. Pareciera que la gente viene convocada por la palabra de dios. Eso es lo que originalmente significa "Gospel".

Se oscurece la sala. El escenario lleno esta vez de 15 músicos. Comienzan a capella. Un escalofrío recorre toda la estancia. Perdón, un escalofrío me recorre y retumba dentro de mí como si algo sagrado, como la palabra de un dios potente y sanador, se instalara en mí. Me parece tan poderoso que vivo esa experiencia como algo colectivo. 

Colectivo como este género. Nacido de la colectividad, el sufrimiento y la necesidad de esperanza. Voces negras teñidas de sangre y algodón. Tragedias negándose a rendirse. Uniendo sus maravillosas voces en una plegaria contra la injusticia y el dolor que era su vida. Recuperando con su música , tan solo con sus voces, lo que les intentaban arrebatar por todos los medios: su condición de seres humanos. Y como si no pudieran hallar la fe en sus semejantes, alzaban sus cánticos a un dios protector que los elevaba por encima de esa vida miserable y cruel que estaban viviendo. Alzaban su voz hacia dios, convirtiéndola en una llamada a su compasión y bondad.

Así se acercaban ayer los pacientes del hospital 12 de Octubre. Gente que está viviendo en estos momentos una vida dura y cruel, la de la enfermedad. Y se encontraron con ese escalofrío que nos puso en contacto con lo más sagrado y más hermoso del ser humano: su solidaridad plena de emoción y de esperanza. ¿Y quién no necesita todo eso esté donde esté y cómo esté? Quizá sea eso lo que llevó al ser humano a buscar dioses. Algo que los uniera por encima de lo cotidiano y los pusiera en contacto con lo más hermoso de su corazón. 

Y así, esa sala llena a rebosar estuvo electrizada con esa música única. Los goteros aplaudían y elevaban sus manos, olvidándose de que lo eran. Las piernas no podían dejar de seguir ese ritmo contagioso entre bombonas de oxígeno y mascarillas,perdiendo sus zapatillas en ese baile inevitable. En un clamor aplaudían , aplaudíamos, como un rugido de energía que necesitábamos devolverles. Porque ayer fue un subidón de música en vena. Música que ha recorrido muchas venas para llegar a ese escenario y hacernos participes de toda su fuerza y vigor.
"La virgen!" exclamaba un señor sentado a mi derecha. Que es como decir que no hay palabras para lo que estábamos viviendo, tan profundo y vital al mismo tiempo.

El personal sanitario de la parte posterior hizo lo que todos desde nuestro asiento intentábamos: bailar, bailar ese aluvión de ritmo y emociones. 
Para hacernos una idea

Pero el escalofrío tenía que terminar. 
Una señora emocionada, lloraba diciéndonos que si podíamos darles las gracias a los músicos. "Espere, ahora vienen". Y allí fueron y la besaron y ella se aferraba a ellos para agradecerles lo que le habían regalado. Tanta emoción...en esa tarde de hospital.

Me llevo a una señora en silla de ruedas a su habitación. Cuando llegamos su compañera me dice que ella no ha podido ir pero que la señora que yo llevaba estuvo todo el día ilusionada con la idea de ir al concierto. Le dijo a su familia que no fueran a visitarla porque ella se iba de concierto. "Qué labor tan bonita hacéis..." Esa frase, en esos ojos, y todo cobra sentido.

Gracias músicos maravillosos por permitirnos experiencias con las que la vida cobra todo su sentido. Como la de ayer.



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