sábado, 30 de mayo de 2015

Entre las cuerdas

Llego tarde. Una tormenta de verano que inaugura (como no podría ser de otro modo) la Fería del Libro de Madrid, me retiene bajo un voladizo. 

Entro en la sala que ya me resulta dulcemente familiar y allí están. Nueve chicas y un chico, con sus pijamas. Su caritas serias, como cansadas, y sus ojos: expectantes unos, apagados otros. Juan les está presentando a nuestros artistas de hoy. Chicos jóvenes que aman la guitarra y vienen a contárnoslo. 

Las cuerdas de la guitarra de Rubén comienza a vibrar. Sus punteos son como gotas cristalinas que van rociando la sala de belleza, de armonía.
Ellos lo miran, serios, tranquilos. No sabemos qué sienten o si están disfrutando, pero no parpadean y aplauden con fuerza.

A Rubén le  sigue Omar. Simpático y dicharachero se lanza a interpretar lo que a él más le llega al corazón. 
Su primera pieza es preciosa, de esas bellezas simples que llegan a lo más profundo.Nos regala después una creación propia y luego dos más, más movidas y alegres. Quizá Omar, tiene la intuición de que estos chicos, que están recluídos en esas habitaciones demasiado tiempo y están entre las cuerdas de una enfermedad que no entienden, necesitan salir de ahí, volar, con ritmos más movidos en los que poder integrarse. 
Omar les anima a contar historias y, con ellas, poner letra a la música que ellos toquen.O a pedir canciones y a cantarlas con ellos. Oasis, Green Day, Guns N´ Roses... Algunos chicos reacciona como con un resorte: no quieren contar historias. No quieren hablar. Prefieren cantar. Ruben y Omar improvisan y los chicos despiertan: quieren cantar y cantan. 
 No quieren hablar, no quieren remover su herida; pero quieren airearla, oxigenarla, cantando con los demás. 

Hay una chica en la sala que también toca la guitarra y otra que baila y canta y que quiso empezar los estudios de guitarra con una obra de Paco de Lucía de la que les pide un fragmento: Entre dos aguas. Los chicos se lanzan y nos zambullen en la genialidad del maestro desaparecido. La niña que ha hecho la petición da las gracias y nos explica que era la pieza que ella había elegido para el examen de ingreso en el conservatorio "antes de que pasara esto y otras muchas cosas".
Antes de estar entre las cuerdas. Porque es como ellos se sienten. Enredados en unas cuerdas de las que no pueden desasirse.Por eso están ahí. Porque están entre las cuerdas y no saben salir.

Por un rato comparten otras cuerdas mucho más hermosas y constructivas. Las cuerdas de Rubén y Omar les permiten romper esas otras que también les unen en un camino fatigoso de lentos avances, en los que saben que el retroceso también es parte de ese viaje.

Por un ratito, entre  las cuerdas de las guitarras y su música cristalina y dulce como una caricia, han compartido algo más que fobias, rabia y dolor. Y algunos, incluso, has recordado que había vida antes de esas otras cuerdas oscuras que allí les retienen,que les está esperando. Y , quién sabe si no habrán recobrado la ilusión por salir de allí nada más que por volver a  puntear una guitarra o cantar a gritos y bailar. Y volver a respirar.

miércoles, 27 de mayo de 2015

A pleno pulmón

Me han contado algo que yo sabía porque lo he visto en otras ocasiones.
Me han contado que Sandra es un vendaval de arte, pasión, generosidad y ternura.

Me han dicho que ayer la planta de transplantes se cuajó de alegría e intensidad entre música, sonrisas y lágrimas.
Me han contado que el regalo de Sandra y Daniel de ayer explotó en esas salas como una bomba de esperanza y sentimientos y convirtió el miedo y la tristeza en un escalofrío de amor y contento.

Sandra sabe que eso pasa en los hospitales, que la bomba nos explota a todos cuando MeV se acerca a ellos. 

Lo que Sandra no sabía, quizá, es que ella puede ser los pulmones, las manos, los pies, la garganta y el alma de otras personas. Ayer lo fue. Una chica, bailaora que se encontraba ingresada pudo volar en la voz de Sandra y pudo respirar el arte que lleva dentro y que desde hace un tiempo sus pulmones, cansados, le niegan. Pudo recuperar la sonrisa y reforzar sus ganas de luchar, su esperanza, vibrando en la voz de Sandra, en la guitarra de Melón, en el quejío de ese arte profundo que llora y ensalza la vida al mismo tiempo.


Sandra se va y no se quiere ir. Sabe que un trocito de ella se queda en ellos para siempre y sabe que un trocito de su corazón se pierde entre esas paredes para engrandecerlo y hacerlo más hermoso. Por eso se despide de los pacientes uno a uno, mirándoles a los ojos. Ojos húmedos, agradecidos, como los de la madre de esa artista ingresada que ayer volvió a ser feliz por unos minutos y recuperó la certeza de que la fuerza de su pasión la ayudaría a volver respirar a pleno pulmón.

Me han contado todo esto y yo que no lo vi, lo siento muy cerquita y os lo cuento. Porque los que alguna vez hemos vivido esa magia, sabemos lo que sucede en esas paredes. Y es algo tan hermoso que debemos compartirlo. Y expandirlo, como una siembra de "posibles" que empujan a continuar a quienes tan mal lo están pasando y tanto mimo necesitan.


viernes, 15 de mayo de 2015

Nanas para titanes

Estoy en mi casa, escribiendo. Pero no estoy aquí. 

Ya estoy en este otro aquí, con ellos.
Con los padres que, exhaustos, miman y protegen a sus bebes que tan pronto y tan frágiles han llegado al mundo.
Con los bebés , que en algunos casos, luchan con fuerzas que no conocen para continuar este prematuro viaje. Todavía unos días más en ese espacio protegido que los preserva y les da la vida de nuevo.
Con el personal sanitario que se emociona al ver cómo esas personitas se relajan y reaccionan ante la música.
Con los responsables y voluntarios de MeV que van a comprobar que su labor es inmensa e imprescindible una vez más.

Hoy les acunará la generosidad de esta maravillosa voz, a capella.


Conozco el lugar y la experiencia y sé que entre esas paredes las nanas de  Ana van a iluminar rincones desconocidos y su voz quebrada se quebrará más aún ante los ojos curiosos de los bebés que los abran o los anegados de agradecimiento y sorpresa de sus padres doloridos y esperanzados.

Estoy aquí pero cierro los ojos y me instalo en la penumbra de esas salas que se romperá con la luz y la emoción de la voz de Ana. Estoy -lo sé-, como los demás presentes, conmovida ante la fortaleza de esos frágiles titanes que hoy van a descubrir otra razón muy poderosa para seguir luchando y salir de verdad a la vida.