viernes, 23 de marzo de 2018

Tela de araña

Ellas tejen, disfrutan, crean. Se entrelazan sus voces e instrumentos y crean.
Ellas tejen, disfrutan y protestan. Abren los ojos y nos abren otros caminos. 
Ellas tejen, disfrutan , se rebelan. Contra todo lo injusto que no es justo que aceptemos quedos y sumisos.
Ellas, tejen, disfrutan y se entregan. A la música que engendran y sorprenden.
Ellas tejen, disfrutan y , hoy también, tiemblan.

Ellas que saben bien lo que es tejer otros mundos con los que rasgar sinrazones; hoy se han encontrado, frente a frente, con minúsculas presas imposibles, enredadas en la tela de una araña, insoportable e hilvanada por detallados desatinos.

Seis niñas- luego siete- apagadas, adormecidas, han abierto sus ojos a esos otros mundos que las Texidoras han llevado hoy a esa tela de araña que es ahora su vida.


Les han llevado Elefantes doloridos, Siberias repletas de mínimos prodigios, Nietas fuertes, feroces vencedoras, el Amor, todo el amor, Platón, la risa, la emoción...

Música hecha con las entrañas y el corazón. Tejiendo por el placer de tejer. Para romper esquemas, abrir ventanas, crear universos más cabales, más humanos.
Mujeres tejiendo música para cambiar el mundo. O sólo para ser ellas mismas disfrutando de lo que hacen. 

Una flauta gime y se retuerce. Las pequeñas presas miran esos dedos recorriendo la flauta que ahora  llora.De pronto  acordes de rock envuelven ese lamento y el blues de unas voces vigorosas nos guían por un vertiginoso viaje. 
  La más entusiasta de las presas, desde su silla de ruedas y sus gafas, no sabe acallar su admiración: "¡Hacéis magia"! 
En esa sala del N J estas mujeres poderosas, cargadas de futuro, han aventado la triste monotonía de esas seis pequeñas en su particular laberinto.


Una pequeña presa de esa tela de araña insoportable quiere tejer también con su música. Comienza a cantar  y esa voz profunda, casi negra, nos empapa del dolor y las ganas de acorralarlo como el  canto  de los esclavos que los hacía más fuertes. Invencibles.

Las Texidoras hoy han tejido, como nunca, un manto con el que luchar y protegerse.
Nos han llevado en su particular viaje, donde sólo se va todo recto, donde nada se tuerce ni tiene precio salvo el valor de realizarlo y de intentarlo.

Dejamos la insoportable tela de araña en la que pequeñas personitas andan perdidas. 
Nos sentimos honrados de haber vivido esa hora especial donde la música de las Texidoras ha tejido un fino e invisible hilo que nos ha acariciado el corazón y nos ha hecho sentirnos más fuertes. 

Ellas tejen, disfrutan y demuestran que es posible otro mundo y otras telas donde descansar sin sufrir.
Ellas tejen, disfrutan y recuerdan que hay que seguir luchando para que las telas de araña insoportables sean cada día más frágiles e imposibles; y que nosotras, él, ella, tal vez ello, podremos conseguirlo.





lunes, 12 de marzo de 2018

UN SÍ MAYOR

Acabo de ver un vídeo. Me lo ha enviado una compañera. Es un vídeo interno. No lo puedo compartir. 
Pero necesito compartir todo lo que me ha removido un minuto y veintiséis segundos.Sería tan importante que todo el mundo pudiera experimentar lo que se vive en un encuentro así...

Música en Vena es una escuela de la buena vida. De las cosas que son importantes. De las que hacen este mundo esperanzador. De las que este sistema descuida y olvida y, así, se convierte en un sistema irrespirable. Inhumano. Injusto.

Música en Vena se empeña en enderezar los renglones torcidos de Dios. O de la vida. O del mismo sistema que los abandona.

Hoy en esa sala se han puesto en pie esos renglones torcidos que no entienden por qué lo son. (¿Quién lo entiende?)
 Renglones torcidos, hermosos, llenos de inocencia, de alegría, de VIDA. Injustos renglones torcidos que en su tortuosa delineación derraman  cariño,  calor.

Hoy Música en Vena, de la mano de unos músicos maravillosos, JIMILOY, han convertido esa página- donde los renglones se acompañan, se hacen más fuertes- en un pentagrama blanco, sin líneas. 
Un baile de almas y cuerpos donde ya no había renglones torcidos, solo notas escalando un SÍ MAYOR. Una escala que puede parecer extraña, incómoda; pero que hoy en esa  una unidad escolar dependiente del Doce de Octubre que pertenece a la unidad de psiquiatría infanto juvenil, ha resultado grácil, mágica.

Un SÍ MAYOR enorme. Un Sí Mayor en el que cabe la alegría, la esperanza y la comunicación.
Un SÍ MAYOR que endereza lo torcido, que lo hace amable y lo llena de normalidad.
Un SÍ MAYOR  donde caben todos esos niños y su felicidad. 
Un SÍ MAYOR  donde la música es mucho más que eso, notas. Es una cinta fina con la que  hilvanar corazones. Partíos.(Todos lo son. De alguna manera).  
Un SÍ MAYOR  donde se borra la frontera entre lo "normal" y lo "patológico". La música la elimina.
Un SÍ MAYOR donde , cada quien, desde sus limitaciones,  entrega todo lo que tiene y se hace más grande y nos alivia y nos llena.

No he estado allí. Sólo he visto un vídeo. Un vídeo de un minuto y veintiséis segundos y he podido ver lo importante que son estas pequeñas cosas de las que está hecha Música en Vena. Y lo poco importante que son las miserias e inquinas que a veces nos encontramos en el camino.

Hoy Música en Vena ha salido reforzada, enderezada, gracias a todo lo que han vivido allí unos críos que sufren diferentes trastornos y que han sido felices. Quizá lo son mucho más de lo que nos parece y somos nosotros, desde nuestra atalaya de la "normalidad", los que nos perdemos ese mundo compartido tan limpio y único.

Parece que nos da miedo acercarnos a esos renglones torcidos. Como si nos fuesen a contaminar. 
Como si fuera un castigo del que quisiéramos alejarnos. 
Y no sabemos (algunos sí) que en la narración de una vida, es muy fácil torcerse. Que la vida se tuerce de múltiples maneras y la enfermedad síquica es una de ellas. Dura. Dolorosa. Pero una más que no se merece el desprecio del estigma.* Y mucho menos cuando son niños quienes la sufren.

Hoy ,en esa sala, la música ha abierto puertas y ventanas que nos han ventilado las telarañas del miedo, del desconocimiento, de la prudencia.(A mí por el simple hueco de un vídeo).
La música de estos maravillosos músicos ha enderezado renglones. Los nuestros. Los de la "gente normal" . 
La música ha tendido puentes, una vez más, para demostrarnos que no hay nada como la comunicación y el afecto para descubrir otros mundos y nada como la comunicación y el afecto de  la música y las emociones para enderezar renglones torcidos, injustos pero espléndidos.

¡¡¡SÍ!!!


*¿Nos vemos el 20 de mayo en El Día del Orgullo Loco?

miércoles, 7 de marzo de 2018

CumpleMeV

El viernes 2 de marzo, Música en Vena, cumplió 6 años. ¡Increible! ¿No? 
Porque parecen 6000 y al mismo tiempo nos sigue pareciendo un bebé recién nacido al que hay que cuidar y proteger cada vez más.

A mí este año se me ha roto. De pura vida. Nada grave. Rota también se puede vivir y es todo un aprendizaje. 
Este año como una equilibrista, he luchado por no caer, por mantener la cordura. Braceando. Esperando encontrar asideros. No los había. Hay travesías que hay que hacer sola. No puede ser de otro modo.
Por eso el sexto año de MeV, yo he estado tan lejos pero tan cerca... Lo he echado tanto de menos...

MeV crece. El niño se convierte en un adolescente que vuela, se separa, se convierte en otro.
MeV ha crecido. Ha cambiado. Sigue siendo lo que era. Un soplo de vida. Un milagro. MeV no se puede explicar. Hay que vivirlo. 

Y eso era lo que ha cambiado mucho. Que lo vivíamos con tanta intensidad... Aunque no estuviéramos, la corriente que nos unía eran tan fuerte, tan especial que lográbamos transmitirnos toda esa fuerza, esa emoción, y nos lanzaba a más y mejor.
Ahora eso ya no está. Y siendo un prodigio indispensable, que crece, que vuela, que sigue cultivando el alivio donde casi es imposible, nos queda un poco más lejos. Alejado como un adolescente que busca su cauce desentendiéndose de lo que deja atrás y lo hizo posible. Ley de vida.

El viernes lo intenté todo por ir. Por reencontrarme con ese adolescente a quien tanto quiero. Por soplar esa hermosa vela y abrazar a mis compañeros a quien casi no veo y han sido tanto para mí.
Lo intenté todo, pero mi sentido común me dijo que no llegaba (luego supe que habría llegado porque la hora era orientativa). Así que no fui. Y me quedé triste en el coche un rato, asimilando la decepción.

Después pensé que quizá no sería el bebé que yo conocí. 
Que ya no estaría  esa comunión que conocí tan bien. 
Que me faltaría mucha gente y mucha ilusión y me sobrarían estrategias y artificios.
Que quizá no era tan terrible quedarme con el ingenuo dulzor de lo que conocí y sentí tan intensamente y tan especial.Al menos este año. El primer año sin ella.

Porque de repente me di cuenta de que en esa reunión me iba a encontrar con un agujero negro insoportable.
Y casi agradecí al destino mi ausencia. Porque quizá no iba a poder soportar la suya. Grande. Injusta. Gratuita. Desde el verano se resquebrajó ese vacío que duele y que ese día  se iba a reabrir como un precipicio.

Porque a MeV le falta alguien muy importante aunque no lo sepa. Alguien a quien MeV sanó el corazón y ella, a cambio,  se lo regaló. A manos llenas. En medio de una lucha dolorosa, cruel.

Y así, de pronto, me di cuenta de que era muy feliz de que MeV siga hermoso, único, imprescindible. Y de que me hubiera encantado brindar con mis compañeros por muchos años más. 

Pero también sentí el consuelo de no tener que  encontrarme con ese vacío que desdibuja la alegría y la ensombrece. Y me quedé en mi coche un rato, cerrados los ojos, recordándola y celebrando con ella lo mucho que vivimos juntas gracias a MeV y lo muy dentro que la llevaba en cada concierto y en cada traspiés de mi vida.

Este año mi vida se ha roto también porque ella se fue.
Este año MeV cumple 6 años sin ella. Y no es lo mismo. Nunca lo será.

Así celebré el cumpleaños de mi querido MeV. Tan lejos pero tan cerca. 
Y contigo, hermosa y generosa mujer que aunque no estás, sigues alumbrando mi camino. Sólo por conocerte y conocer a gente tan maravillosa voy a estar agradecida a MeV toda mi vida.
 Y querré a este bebé hecho adolescente como parte de mi corazón roto , para siempre.

viernes, 2 de junio de 2017

La vida acariciada

Voy en el último momento. Sé dónde voy y no lo sé. 
Porque he visto volar la magia de estos músicos sobre dos pianos y he sentido pura pasión y emoción. 

Vivir eso mismo en un hospital
me resulta inimaginable por portentoso.
                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                Y allí están. Esos instrumentos bellos, hermosos.
(Cómo llegan esas maravillas hasta un hospital y lo convierten en un mundo mucho más vivible es otro milagro de Hinves piano)


Rodeados de goteros, sillas de ruedas, batines, prótesis... Y el hall que nos recibe se llena de Bach en vena

Ver tocar a Alexis es sentir que la vida vivida a través de una pasión tiene todo su sentido.


Con todo el dolor que supone y lo fea que puede ser, al  verle entregado a su música, la vida explica que, si hay un camino no importa perderse. Siempre estarás en él. Y si no encuentras tu camino pero tienes la suerte de cruzarte con artistas como él, sólo con seguir sus huellas sentirás que merece la pena echar el pie a caminar.

El humor de Iñaki relaja y protege. Estamos todos en el mismo barco aunque ahora algunos no estemos a bordo. No es necesario estar ingresado para estar enfermo. No es necesario estar ingresado para sentirse prisionero. 



Y la pasión de Alexis y la Alegría de Iñaki se convierten en caricias. 

Y ya no veo pianos, ni ojos cerrados al deslizar sus dedos sobre ellos, ni escucho a un Bach único y juguetón. 
Veo caricias. 
Las escucho.
 Delante de mí, los familiares acarician a sus enfermos. Insistentemente. Con un amor y una delicadeza que no nace de la música pero que a mí se me antoja su acicate.
Como si una batuta invisible dirigiera todo su amor deslizándose por las mejillas de esa persona querida que ahora está pasando ese bache. Deslizándose por la espalda ahora tan frágil de quien siente todo el peso de la enfermedad sobre ella.
Un concierto de caricias. El cariño, el cuidado escapándose de esas manos directos al corazón.

Alexis e Iñaki nos acarician con Bach en su Jazz y el dolor del hospital se neutraliza por un momento gracias a ellos y a las caricias que esas personas no se cansan de prodigar a su seres queridos.


Caricias...¿puede haber algo más necesario en la vida y en el dolor?
Eso es lo que respiramos en el 12 de octubre ayer. 
La vida acariciada por la generosidad de dos músicos que acompasaban el amor de esas personas que no paraban de acariciar a quien ahora sienten sufrir en ese hospital.


              Caricias, ¿hay algo más necesario cuando te falta lo más importante?




Música en Vena es mi caricia particular. Gracias.


domingo, 28 de mayo de 2017

Magia contra un dique

Creo que ayer fue una de las tardes más duras que he vivido en MeV.

Entro en ese hospital como si entrara a un templo. Con recogimiento, respeto y mucha admiración.
Recogimiento porque sé que cualquier gesto, cualquier palabra puede estallar.
Respeto por esas niñas que están viviendo una pesadilla de la que son incapaces de despertar porque quieren vivir en ella. Esa es su enfermedad.

Admiración total y absoluta por esos padres que se desprenden de ellas para salvarlas. Y por ese personal que con firmeza y mucho cariño no las dejan salirse del único camino de vuelta a casa, muy lejos de ella.

Ayer la sala fue una sala dura. Ocupada por 9 niñas de entre 11 y 16 años serias, tensas, inaccesibles, tristes.

Todos los días vivimos momentos de magia en los hospitales con MeV. Ayer fueron dobles porque entre canción y canción de Amaya y de Gerardo, Eugenio nos envolvió en magia real. Todavía no hemos sabido salir de ella.
Amaya con su alegría desbordante intentaba, sin ella saberlo, romper ese dique que los recibió. Férreo. "Indesbordable".
Gerardo, guitarra en ristre, la acompañaba en su querer seguir al corazón que es lo que parece raro en este mundo en el que vivimos, pero que, según ella, es la única forma de ser feliz.

Eugenio se dio cuenta rápido de que tenía enfrente un público difícil. Y tuvo que pasar a trucos de más calado. Todos estamos todavía pensando cómo hizo eso de hacer aparecer dentro de una naranja la carta que poco antes había troceado una niña. Cómo hizo desaparecer 11 fragmentos de la carta que tenía la niña entre sus dedos y cómo la carta apareció dentro la naranja que tuve el honor de partir y comprobar que le faltaba el fragmento 12 que él se había guardado anteriormente.
Ese cría y yo, seguimos todo el concierto mirándonos como si fuéramos cómplices de un imposible.

Fue un concierto lleno de magia y muy duro. Porque la magia de conejitos de gomaespuma reproduciéndose de manera incomprensible en el puño de una de las niñas fuertemente cerrado no logró sacarla del desasosiego que le hacía mover su pierna constantemente. Ni consiguió sacarle una mirada de admiración o de alegría.

No hubo risas, ni intervenciones. Una cría que entró llorando salió más tranquila o eso parecía. Su pecho que subía y bajaba en un compás desacompasado, decía otra cosa. 

Esa sala es un auténtico sinsentido y salir de allí intentando llevar magia, música y alegría sabiendo en la sima en la que se encuentran, duele. Sobre todo cuando la magia no traspasa sus corazones ni las hace sentir que lo imposible es posible y que solo hay que creer en ello.

Nos queda la duda de si esa magia sí sembró en todas ellas la misma curiosidad y deseo de entrar en otros mundos y salir de esa espesura en la que están, como estamos seguras que arraigó en  una de ellas que con mucho interés le preguntó a Eugenio la clave de sus trucos. 

La vida ofrece pocos trucos. Hay que inventárselos con frecuencia para escapar de las trampas que te sorprenden en el camino. 
Estas chicas están en medio de una de trampa monumental que , como el mago, nos hemos sacado de la manga en esta sociedad enferma. 
El truco está en saberlo. Quizá sea el único posible para salir de ella.




Los MIR: MeV hecho carne

Por nuestras venas corren muchos elementos. Plaquetas, glóbulos, plasma...Miedos, tristezas,ilusiones,alegrías... 

Desde hace cuatro años por mis venas galopa Música en Vena.

Antes de vivirla la idea me pareció un asombro completo. Una necesidad extraviada por otras urgencias que Virginia parió y que músicos generosos  alumbran cada día.

Me acerqué tímidamente a darle la enhorabuena por este infinito descubrimiento y ella, Virginia, y su prodigio, Música en Vena, me abrieron los abrazos de par en par y me chutaron, ya para siempre, la ilusión de vivir momentos únicos en lugares muy especiales que están lejos de la normalidad de la vida y de la alegría. 
Lo cuento y lo repito siempre que puedo porque MeV es otro de los componentes que recorren mis venas.

Es difícil poner en palabras lo que construye MeV en los hospitales. La onda expansiva de lo que allí sucede tambalea los cimientos de la desesperanza y te impulsa hacia adelante porque estar ahí es vivir que los milagros existen.
MeV es un milagro que cura.

Por mis venas, hace meses que no corre la luz. En espera a que la vida me trasfunda valor para entenderlo "trompiconéo" y vivo más lejos de mi MeV pero siempre dentro de mí. Inevitablemente.


El bebé va creciendo también y es más difícil seguirlo y acompañarlo: vuela alto con el impulso de Juan Alberto y equipo.

 Casi no es posible creer que ese grano de arena haya puesto puertas al mar: cuidar,emocionar, investigar, crear empleo. 
Más milagros. El milagro de MeV hecho carne en los MIR


Y ahora sí, nos llega un aluvión de buenas nuevas:


Música en Vena anuncia el lanzamiento del programa Músico Interno Residente junto al hospital 12 de Octubre




La música, un medicamento que cura

Jóvenes músicos tocan en las SGAE
(Sin vosotros no existiría y el milagro de MeV hecho carne en los MIR nunca habría sido posible.) 

Música en Vena 

La SGAE y Música en Vena internan a músicos en el hospital


La música como terapia






Un estudio científico demuestra que la música puede curar











                                                                                                                        MIR: músicos internos residentes


Eso es MeV: una explosión para todo el que tiene el lujo de vivirlo
Una explosión de vida, de lucha, de pequeños granitos derrumbando montañas.
El paradigma de cómo la voluntad, la pasión y la generosidad (Virginia Castelló y tantos magos músicos) pueden transformar el mundo y mejorarlo. Y cómo empujados por el tesón (Juan Alberto) pueden crear universos. 
Y todo en estos tiempos que corren.... 

Explosión de amor y de satisfacción al sentir cómo crece este proyecto y hace milagros: 

Crear empleo es un milagro.
Que una hora de hospital en una UCI sea un remanso de serenidad o de energía , es un milagro.
Que un bebé logre succionar al escuchar música tras un mes intentándolo sin éxito, es un milagro.
Que una cría de 3 años se despida de los tubos que la amarran inútilmente a la vida acompañada de la maravillosa música de un arpa , es un milagro....

viernes, 28 de abril de 2017

"Tanto tiempo aquí"


Repetimos con AFINDECUENTAS.Es su tercera vez y hoy, además, vienen con percusión.

Entramos como de puntillas. Organizamos la sala, desplegamos los instrumentos, nos colocamos...

Mientras lo hacemos, aparece una niña parapetada tras su madre y tras unos ojos que se escapan, insobornables, tras un teclado y su propia exclamación: "¡¡¡Un teclado!!!
"Ven. ¿Quieres verlo? ¿Quieres tocarlo?" Sus ganas quieren pero ella se queda, tímida, tras su madre y su emoción. Sus ojos, brillantes como si hubieran descubierto lo único que necesitaban, se le escapan, se le escapan...

Finalmente la convencemos. Carlos se levanta y le cede su asiento. Ella, como en trance, con sus ojos acuosos y enormes, dice, nos dice, se dice, le dice a su amigo el teclado: "llevo tanto tiempo aquí..."

Se sienta y se llena de una luz que nos atraviesa. "¿Os toco algo mío?"  "¡¡¡Claro!!! Y esa cría de 15 años que lleva tanto tiempo ahí nos envuelve en una música preciosa bordada con su voz precisa y aterciopelada con la que nos lanza a un mundo interior enorme lleno de luz y de emoción. Esa cría de 15 años que lleva tanto tiempo ahí, secuestrada por la sinrazón, vuela con los dedos en ese teclado y transforma su pesadilla en pura vida. La música llenando agujeros negros, cubriéndolos, sellándolos a contracorriente.


Esa cría tragándose su agujero negro por unos minutos, cerrando los ojos y saltando ese precipicio que la ha llevado hasta allí.

Y esa sala que es como de cristal, temblaba. Como ella tras cantar. "Sigue, sigue" le decíamos. Y ella "no, tengo que ir a tomar agua". Códigos que no conocemos reinan en ese mundo de sufrimiento. Un vaso de agua es un mar que ella ahora debe cruzar.

Ese mar empapó los temores que me acechaban según la escuchaba anonadada: es que, tal vez,  en esa sala no se puede ni tocar un teclado.
Es que, tal vez, las calorías que quema haciéndolo, tejiendo esa mullida almohada donde reposar su desasosiego, son una trampa dentro del laberinto de la enfermedad. Un cepo en el que caemos todos, encandilados y ajenos a su peligro. 
Estamos en un campo de batalla, siempre lo digo, y no somos conscientes de que está minado para ellos en cada milímetro, en cada movimiento de sus frágiles cuerpos.

Afindecuentas, sin saberlo (o ya sí) desactivan esas celadas con mensajes certeros que marcan un camino de regreso. Un atajo seguro sembrado de música y entusiasmo. Para partir de cero y que todo vuelva a empezar al lado de alguien que haga un día gris bonito otra vez y que me haga olvidar el dulce el terror y me impulse a la casilla de salida y ¡¡¡¡salir!!!!

Ocho crías cantando, sonrientes o tristes, pero cantando. Dejándose mecer por el mar que las lance a la Casilla de Salida o que las haga entender que todos, alguna vez, estamos al borde de perdernos y nos perdernos y no nos queda otra que agarrarnos a lo que nos haga más fuertes.
Como esa cría de 15 años que se aferra a su teclado para respirar allí dentro donde hace tanto que está.


Nos vamos. Llega el enemigo que es su único aliado: la cena. Y aquí no hay tregua, de nada nos sirve la bandera blanca: debemos irnos.

La cría de 15 años se atrinchera ahora en el quicio de la puerta, nos mira y llorando, arrebolada, desbordada de tanto, casi sin poder hacerlo, nos da las gracias. Unas gracias imponderables donde lo único que no cabe es nuestro estupor por no saber cómo devolvérselas a ella por lo mucho que nos ha hecho sentir esta tarde.

 Cada día en ese hospital salimos con las tres heridas de Miguel Hernández  y con esa otra que no tiene nombre.
Porque no lo tiene encontrarte unas zapatillas de estar por casa en forma de conejito


 Perdidas esas zapatillas y perdidas ellas en esa enfermedad que nos pone a todos contra las cuerdas y nos devuelve el reflejo nítido de la sociedad enferma en la que vivimos y de cómo sólo es posible sobrevivir  luchando y anegando agujeros negros con lo más simple y lo más hermoso.
 Como lo es el calor compartido de una música hecha desde el corazón.

Gracias, chicos, siempre vivimos algo muy especial juntos y eso une. Creo que es lo único que crea vínculos auténticos. Como vuestra música y vuestra generosidad.